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- Cualquier noche es buena para venir a
Coria; y es que, cada vez que el nocturno se adueña de la Ciudad,
proyectando sus sombras sobre plazas, plazuelas, calles, callejuelas
y evocadores rincones del Casco Histórico-Artístico, parece como
si el alma cauriense, configurada por las vivencias, recuerdos,
historias y tradiciones, se liberase y mostrase todo su esplendor
ante los ojos de propios y extraños, de vecinos y turistas.
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- Pero si cualquier noche es atractiva
para llegar ante las centenarias Puertas de la legendaria Caurium
hispanorromana, la Noche de San Juan, el hito festivo de mayor
relevancia de todo el ciclo anual cauriense, se convierte, sin duda,
en un momento mágico e inigualable sin parangón alguno con las demás
noches del año.
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- Fiesta solsticial pagana de culto
al Sol
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- Es la fiesta del culto ígneo que, en
la noche solsticial cauriense, se vive desde tiempos remotos con
intensidad festiva dentro de la localidad.
Una celebración, tan antigua como la propia humanidad, que
hunde sus raíces en las tradiciones paganas vettonas, primigenios
fundadores de la Ciudad, heredando una serie de rituales, prácticas
y costumbres que fueron transmitidas, posteriormente, por las
culturas cristianas.
- Una simbolización del poder del sol.
Una renovación de su energía que es adquirida bailando y
saltando alrededor del fuego, como vínculo de purificación y
protección contra las fuerzas malignas, al objeto de asegurar un
nuevo renacimiento espiritual y corporal en el día más largo del año
dentro del hemisferio Norte.
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- Mas, la noche del 23 al 24 de junio,
también es la noche más corta del calendario lunar; es el triunfo
de la luz sobre la oscuridad. Posiblemente,
una de las celebraciones más festejadas en Europa, cargada de poder
y de magia, donde hadas, duendes y deidades de la propia naturaleza,
andan sueltas por campos y villas.
Un momento propicio, justo para pedir por la fecundidad de la
tierra y de los propios hombres.
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- Una noche de símbolos y leyendas
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- Es noche de leyendas, aquellas que
cuentan que el rocío cura ciento y una enfermedades haciendo más jóvenes
y hermosos a quienes embadurnan su cuerpo con el agua de la vida; es
la noche en la que florece el helecho con el toque de las doce
campanadas; es el momento ideal para estremecernos contando toda
clase de anécdotas y chascarrillos sanjuaneros; es la noche en la
que San Juan Bautista bendice los campos, y la gente, muy temprano,
bebe y se lava la cara y el cabello con las aguas bendecidas.
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- Actualmente, es una noche de
simbolismos compartidos por muchos pueblos distantes, de uno y otro
lado del Atlántico y, a uno y otro lado de los trópicos de
Capricornio y Cáncer, especialmente de aquellos asentados en el Mar
Mediterráneo, cuyos rituales les fueron legados de los antiguos
festivales primordiales solares de las culturas célticas e ibéricas
y de las civilizaciones grecorromana, precolombinas e indoeuropeas.
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- Rituales célticos en la Noche
Cauriense de San Juan
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- Costumbres, muchas de ellas, cuyas
claves perduran hoy en día en el entramado festivo que encierra la
tradicional Noche de San Juan en Coria: celebración que esconde la
magia sobrenatural de sus primitivos orígenes, practicando todo
tipo de rituales vinculados con la purificación, la fecundidad, la
bonanza y el alejamiento de las enfermedades a través de la quema
del capazo y el sacrificio del toro.
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- Un original espectáculo,
arraigadamente nuestro, que permite dar a conocer nuestra
hospitalidad, explicar nuestras reacciones y maneras de entender la
lidia de los toros, hasta convertirse en las señas de identidad de
un pueblo que nació en la historia hace milenios y que suspira y se
desvive, año tras año, por sus taurinas fiestas.
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- La Cristianización de la Fiesta
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- Así, con la caída del crepúsculo
sobre los vetustos caserones que delimitan el casco antiguo tras las
viejas murallas, después que abanderados y “asombreraos” hayan
impuesto al santo patrono las distintivas insignias de las pioneras
peñas sanjuaneras, la fiesta retoma su aspecto religioso.
Homenaje que el pueblo de Coria tributa a San Juan Bautista,
por medio de una solemne misa y posterior procesión convertida en
comitiva colorista, configurando una evocadora estampa ligada al
fervoroso culto de épocas arcaicas en un esfuerzo por cristianizar
las numerosas fuerzas desatadas, en tan mítica velada, de profunda
funcionalidad religioso-cultural dentro de las culturas paganas.
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- Un personaje, símbolo de la
cristiandad y, un astro, símbolo del universo, que presiden esta
celebración ritualizada nocturna, donde: la figura de “El
Bautista” es la encargada de dotar de sacralidad a la fiesta y de
purificar el mal a través del agua; mientras que el Sol, según la
tradición antigua, purifica y protege de las influencias
sobrenaturales; constituyéndose, ambos, en una simbiosis de fuerzas
de celebración básica sanjuanera, cuya finalidad estriba en la
lucha contra los distintos males que acechan y perjudican a los
hombres, a sus actividades y a sus bienes materiales a lo largo del
año.
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- El rito del fuego en la Quema del
Capazo
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- Es el momento en el que la Ciudad se
viste de fiesta. El
blanco y el rojo, se adueñan de calles y plazuelas calentando el
ambiente de la noche veraniega.
Los últimos atisbos de luz con ecos mortecinos, se derraman
sobre la mojada arena de la Plaza de Toros donde, la concurrencia,
animosa, salta y baila en torno de una espléndida hoguera plena de
poético y ritual significado que, en Coria, se conoce como la
tradicional “Quema del Capazo”.
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- Ceremonia, que entierra sus raíces en
la celebración celta del Beltaine, “fuego de Bel” o “bello
fuego”, en honor del dios Belenos.
Ritual en el que los druidas, curanderos y adivinos
pertenecientes a la clase sacerdotal que revestidos con túnicas
blancas, encendían las hogueras haciendo pasar al ganado entre sus
llameantes brasas al objeto de purificarlo y defenderlo contra las
enfermedades.
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- Una conmemoración pagana que, con el
tiempo, tras el Concilio de Constantinopla del año 680, sufriría
el generalizado proceso de cristianización, haciéndola coincidir
con el 24 de junio: nacimiento de San Juan Bautista; cuyo padre, el
bueno de Zacarías, anunciaría la buena nueva del nacimiento de su
hijo por medio del encendido de hogueras saltando sobre ellas.
Un ritualizado proceso, que hoy en día sigue rememorando a
sus ancestros, en la figura del Abanderado de las Fiestas que,
ataviado de blanco con pañuelo y fajín rojos, recupera la tradición
encendiendo la pira por donde luego deberán saltar, por tres veces,
aquellas personas que busquen, en sus rogativas a los dioses célticos,
un año más fructífero en todos sus aspectos.
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- El rito del agua y la fecundidad
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- Pero la noche cae sobre los plomizos
tejados de la longeva ciudad histórica; y, con las primeras
sombras, algunos enamoradizos jóvenes comienzan un lento peregrinar
hacia las verdes alamedas que la vega del río Alagón les presta.
Y allí, seguramente hechizados por Selene, la luna, acompañados
por el susurro de las hojas de los chopos, los anacarados cuerpos,
abrazados en ardiente deseo, se “hacen nadie” entre las mismas
aguas o sobre la mojada hierba.
Y es que como dijo el juglar por estas tierras: -“¡Quien
en San Juan sanjuanea,... en marzo, mecea”.
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- El sacrificio del Tótem.
La pugna atávica entre el toro y el hombre
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- Sin tiempo para más, el reloj de la
villa marca las tres y media de la madrugada; es la hora por
antonomasia; el momento en el que la Ciudad entera, volcada hacia la
calle, entona una especie de sinfonía lírica de vibración
colectiva; es la hora en la que el sacrificio del tótem, debe
servir para atender mejor las anteriores plegarias.
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- Ahora, el riesgo de la tradición
ancestral acecha; fuego y sabia nueva que siguen palpitando con
fuerza, en los templados corazones de los arriesgados caurienses
que, con pasión y ardor, se exponen, expectantes, a vivir el primer
encierro de las fiestas.
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- A partir de aquí, con el toro
convertido en principal protagonista de las fiestas, la celebración
se vivirá en las calles continuando hasta el amanecer; quizás, con
el fin de ver bailar al sol o, simplemente, para dar cumplida cuenta
de otros ritos relacionados con la fecundidad tan propios de esta
noche. Una oscuridad,
propicia, para escuchar el silencioso latido del toro que,
desafiante, preparará su violento ataque contra los atrevidos
corredores, en un juego equilibrado de pugna atávica.
Morlacos que, majestuosamente, corretearán por entre las
angulosas calles del Casco Histórico de la Ciudad en tan seductora
noche que, en Coria, no conoce edades, ni sexo, ni razas; pues, tan
solo sabe que, como cada 24 de junio, tiene una cita ancestral e
ineludible con el Pueblo de Coria.
El sueño de una noche de verano, hecho realidad.
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- Y, para aquellos lectores que hasta el
final de este artículo hayáis llegado, desearos: una feliz entrada
en el solsticio de verano; y, que la Luna de San Juan, os colme de
alegría, de salud y de riquezas, en esa noche mágica de mitos,
amores, tradición y leyendas.
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- FELICES FIESTAS DE SAN JUAN